Al cobijo del Monasterio de San Victorián, bajo la adusta pared rocosa de la Peña Montañesa, se erige el caserío de El Plano.
Grandes casas de piedra de tonalidades azules y rojizas, eras y campos verdes o dorados según la estación, y frondosos bosques conforman El Plano. Entre sus casas, todavía se conserva la antigua escuela.
En el pasado, El Plano fue un lugar de paso de los monjes hacia el Monasterio de San Victorián, siendo también parada obligada en las peregrinaciones de los fieles.
La tranquilidad, el silencio y el sobrecogedor paisaje, convierten a El Plano en un cálido refugio para el visitante.
Textos: Pirinei