Si el ritual de la moja del Arca en La Fuensanta no provocaba la ansiada lluvia, se repetía una nueva romería a otro lugar cargado de significado en la vida del santo: la ermita de la Espelunga.
La tradición cuenta que aquí, donde en la actualidad puede verse un bonito templo del siglo XVII construido sobre un eremitorio rupestre de época medieval, vivió San Victorián y sus discípulos antes de ser nombrado abad del monasterio de San Martín de Asán. Según parece, el propio santo dedicó el templo a San Miguel y durante siglos albergó una reliquia de San Pelegrín.
A comienzos del siglo XX, el fotógrafo y pirineista francés Lucien Briet visita la zona y describe, a mitad de este camino, una pequeña capilla adornada con un busto de madera representando a San Victorián.
Llegaremos a la Espelunga por un sendero de gran belleza con una vista especacular. Además de las rogativas para conseguir que lloviera, los vecinos de Fosado acudían en romería cada 8 de mayo.